Si amenaza nuestra existencia, seremos resistencia
Nosotras, 2500 mujeres de más de 130 pueblos indígenas diferentes, representando todas las regiones de Brasil, reunidas en Brasília (DF), en el período del 09 al 14 de agosto de 2019, concebimos colectivamente este grande encuentro marcado por la realización de nuestro 1º Fórum y 1ª Marcha de las Mujeres Indígenas, queremos decir al mundo que estamos en permanente proceso de lucha en defesa del “Territorio: nuestro cuerpo, nuestro espíritu” y para que nuestras voces hagan eco en todo el mundo, reafirmamos nuestras manifestaciones.
Como mujeres, liderazgos y guerreras, generadoras y protectoras de la vida, vamos nos posicionar y luchar contra la cuestiones y violaciones que amenazan nuestros cuerpos, nuestros espíritus y nuestros territorios. Difundiendo nuestras semillas, nuestros rituales, nuestros idiomas, nosotras vamos a garantizar nuestra existencia.
La Marcha de las Mujeres Indígenas fue pensada como un proceso, iniciado en 2015, de formación y empoderamiento de las mujeres indígenas. En estos años dialogamos con mujeres de diversos movimientos y nos demos cuenta de que nuestro movimiento tiene una especificidad que gustaríamos que fuera comprendida. El movimiento producido por nuestra danza de lucha considera la necesidad de retorno a la complementariedad entre el femenino y el masculino, sin conferir una esencia para el hombre y la mujer. El machismo es una epidemia más que fue traída por los europeos. Así, lo que es considerado violencia por las mujeres no indígenas puede no ser considerado violencia por nosotras. Eso no significa que cerraremos nuestros ojos para las violencias, que reconocemos que ocurren en nuestros pueblos, pero sí que necesitamos considerar y el intuito es exactamente contraponer, problematizar y traer reflexiones críticas respecto a practicas cotidianas y formas de organización política contemporáneas entre nosotras. Necesitamos dialogar y fortalecer la potencia de las mujeres indígenas, retomando nuestros valores y memorias matriarcales para avanzar en nuestros reclamos sociales relacionados a nuestros territorios.
Somos totalmente contra las narrativas, los propósitos, y los actos del actual gobierno, que hace explícita su intención de exterminar los pueblos indígenas, mirando a las invasiones y exploraciones genocidas de nuestros territorios por el capital. Esta forma de gobernar es como sacar un árbol de la tierra, dejando sus raíces expuestas hasta que todo se seque. Nosotras estamos atrapadas en la tierra, pues es ahí que buscamos nuestros ancestrales y por ella que alimentamos nuestra vida. Por eso para nosotras el territorio no es algo que puede ser vendido, cambiado, explorado. El territorio es nuestra propria vida, nuestro cuerpo, nuestro espíritu.
Luchar por los derechos de nuestros territorios es luchar por nuestro derecho a la vida. La vida y el territorio son el mismo pues la tierra nos da nuestro alimento, nuestra medicina tradicional, nuestra salud y nuestra dignidad. Perder el territorio es perder nuestra madre. Quien tiene territorio, tiene madre, tiene regazo. Y quien tiene regazo tiene cura.
Cuando cuidamos de nuestros territorios, que naturalmente ya es parte de nuestra cultura, estamos garantizando el bien de todo el planeta pues cuidamos de los bosques, del aire, del agua, del suelo. La mayoría de la biodiversidad del mundo está bajo cuidado de los pueblos indígenas y así contribuimos para sustentar la vida en la Tierra.
La libertad de expresión en nuestras proprias lenguas también es fundamental para nosotras. Muchos de nuestros idiomas siguen vivos. Han resistido a violencias coloniales que nos obligaron a ocupar un idioma extranjero y al apagamiento de nuestras proprias formas de expresar nuestras vivencias. Nosotras mujeres tenemos un rol significativo en la transmisión de la fuerza de nuestros saberes ancestrales a través de la transmisión de la lengua.
Queremos respecto por nuestro modo de ver, sentir, ser y vivir el territorio. Sepan que, para nosotras, la pierda del territorio es falta de afecto, que trae profunda tristeza, atingiendo nuestro espíritu. El sentimiento de violación del territorio es como el de una madre que pierde su hijo. Es desperdicio de vida. Es pierda de respecto y de cultura, es una desgracia a nuestros ancestrales, quienes fueron responsables por la creación de todo. Es una desgracia a todos los que murieron por la tierra. Es pierda del sagrado y del sentido de la vida.
Así, todo lo que he sido defendido y realizado por el actual gobierno contraria frontalmente esta forma de protección y cuidado con la Madre Tierra, aniquilando los derechos que, con mucha lucha, nosotras conquistamos. La no demarcación de tierras indígenas, el incentivo a la liberación de la minería y del arrendamiento, la tentativa de flexibilización del licenciamiento ambiental, el financiamiento del armamento en el campo, los desmontes de las políticas indigenistas y ambientales lo demuestran.
Nuestro deber como mujeres indígenas y como liderazgos es fortalecer y valorizar nuestro conocimiento tradicional, garantizar nuestros saberes, ancestralidades y cultura, conociendo y defendiendo nuestros derechos, honrando a la memoria de las que vinieron antes de nosotras. Es saber luchar de nuestra forma para potencializar la practica de nuestra espiritualidad y alejar todo que amenaza nuestra existencia.
Por todo eso, y a partir de las redes que hicimos en ente encuentro, nosotras decimos al mundo que iremos luchar incansablemente para:
1. La demarcación de los territorios indígenas, pues violar nuestra Madre Tierra es violentar nuestro proprio cuerpo y nuestra vida;
2. Nuestro derecho a la posesión plena de nuestros territorios, defendiéndolos y exigiendo al Estado Brasileño que prohíba la exploración de la minería, que nos envenena con mercurio y otras substancias toxicas, el arrendamiento y la avaricia del agronegocio y las invasiones ilegales que roban nuestros recursos naturales y los utilizan para generar lucro, sin preocuparse con la manutención de la vida en el planeta;
3. El derecho irrestricto al atendimiento diferenciado a la salud de nuestros pueblos, con la manutención y la calificación del Subsistema y de la Secretaria Especial de Salud Indígena (SESAI). Luchamos y seguiremos luchando por los servicios públicos ofrecidos por el Sistema Único de Salud (SUS) y por la manutención y calificación continua de la Política Nacional de Atendimiento a la Salud de nuestros pueblos, sea en nuestros territorios o en contextos urbanos.
No aceptamos la privatización, la municipalización o estatalización del atendimiento a la salud de nuestros pueblos.
Luchamos y lucharemos para que la gestión de la SESAI sea ejercida por profesionales que tengan calificaciones técnicas y políticas que pasen comprehensión de las especificidades involucradas en la prestación de servicios de salud a los pueblos indígenas. No basta tener una indígena frente a la institución. Es necesario garantizar una gestión sensible a todas las cuestiones que nos son caras en el ámbito de este tema, respectando nuestras prácticas tradicionales de promoción a la salud, nuestras medicinas tradicionales, nuestras parteras y modos de realización de partos naturales, y los saberes de nuestros liderazgos espirituales. Conforme nuestras ciencias indígenas, la salud no proviene de la prescripción de principios activos, la cura es resultado de interacciones subjetivas, emocionales, culturales y fundamentalmente espirituales.
4. Reivindicar al Supremo Tribunal Federal (STF) que no permita, ni legitime ninguna reinterpretación retrograda y restrictiva del derecho originario a nuestras tierras tradicionales. Esperamos que en el juzgamiento del Recurso Extraordinario 1.017.365, relacionado al caso de la Tierra Indígena Ibirama Laklanõ, del pueblo Xokleng, considerado de Repercusión General, el STF reafirme la interpretación de la Constitución brasileña en acuerdo con la tesis de Indigenato (Derecho Originario) y que excluya en definitivo cualquier posibilidad de acogida de la tesis del Fato Indígena (Marco Temporal);
5. Exigir que todo el Poder Judiciario que, en el ámbito de la igualdad de todos ante la ley, haga valer nuestro derecho a la diferencia y, por lo tanto, nuestro derecho de acceso a justicia. Garantizar una sociedad justa y democrática significa asegurar el derecho a la diversidad, también previsto en la Constitución. Exigimos el respecto a los tratados internacionales firmados por Brasil, que incluyen, entre otras, la Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las Convenciones de la Diversidad Cultural, Biológica y del Clima, la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y la Declaración Americana de los Derechos de los Pueblos Indígenas;
6. Promover el aumento de la representatividad de las mujeres indígenas en los espacios políticos, dentro y afuera de las aldeas, y en todos los ambientes que sean importantes para la implementación de nuestros derechos. No basta reconocer nuestras narrativas, es necesario reconocer nuestras narradoras. Nuestros cuerpos y nuestros espíritus tienen que estar presentes en los espacios de decisión;
7. Combatir la discriminación de los indígenas en los espacios de decisión, especialmente de las mujeres, quienes son victimas no solo del racismo, pero también del machismo;
8. Defender el derecho de todos los seres humanos a una alimentación saludable, sin agrotóxicos y nutrida por el espíritu de la Madre Tierra;
9. El derecho a una educación diferenciada para nuestros niños, niñas y jóvenes, que sea de calidad y que respecte nuestras lenguas y valorice nuestras tradiciones. Exigimos la implementación de las 25 propuestas de la 2ª Conferencia Nacional y de los territorios etnoeducacionales, la recomposición de las condiciones y espacios institucionales, por ejemplo, de la Coordinación General de Educación Escolar Indígena en la estructura administrativa del Ministerio de la Educación para asegurar nuestra incidencia en la formulación de la política de educación escolar indígena y en el atendimiento de nuestras demandas que involucran, por ejemplo, la mejora de la infraestructura de las escuelas indígenas, la formación y contratación de profesores indígenas, la elaboración de material didáctico diferenciado.
10. Garantizar una política pública indigenista que contribuya efectivamente para la promoción, el fomento, y la garantía de nuestros derechos, que pueda planear, implementar y monitorear de manera participativa, dialogada con nuestras organizaciones, acciones que consideren nuestras diversidades y las pautas prioritarias del Movimiento Indígena;
11. Reafirmar la necesidad de una legislación específica que sea combativa a la violencia contra la mujer indígena, culturalmente orientada a la realidad de nuestros pueblos. Las políticas publicas necesitan ser pautadas en las especificidades, diversidades, y contextos sociales de cada pueblo, respectando nuestros conceptos de familia, educación, fases de la vida, trabajo y pobreza.
12. Dar seguimiento al empoderamiento de las mujeres indígenas por medio de la información, la formación y sensibilización de nuestros derechos, garantizando el pleno acceso de las mujeres indígenas a la educación formal (enseñanza básica, media y universitaria) de modo a promover y valorizar también los conocimientos indígenas de las mujeres;
13. Fortalecer el movimiento indígena, agregando conocimientos de género y generacionales.
14. Luchar de forma irreductible e innegociable contra posicionamientos racistas y anti indígenas. Exigimos el fin de la violencia, de la criminalización y discriminación contra nuestros pueblos y liderazgos, practicadas inclusive por agente públicos, asegurando la punición de los responsables, la reparación de los daños causados y comprometimiento de las instancias del gobierno en la protección de nuestras vidas.
Por fin, reafirmamos nuestro compromiso en fortalecer las alianzas con mujeres de todos los sectores de la sociedad en Brasil y en mundo, del campo y de la ciudad, de los bosques y las aguas, que también son atacadas en sus derechos y formas de existencia.
Tenemos la responsabilidad de plantar, transmitir, transcender y compartir nuestros conocimientos, así como hicieron nuestras ancestrales, y todos los que nos antecedieron, contribuyendo para que nos hagamos fuertes juntos y en pie de equidad con los hombres, quienes fueron generados por nosotras, nuestro poder de lucha, de decisión, de representación y del cuidado con nuestros territorios.
Somos responsables por la fecundación y la manutención de nuestro solo sagrado. Seremos siempre guerreras en defensa de nuestra existencia, de nuestros pueblos y de la Madre Tierra.
Brasília (DF), 14 de agosto de 2019.