Durante los últimos 521 años esta tierra se ha caracterizado por violaciones, racismo y genocidio. Siglos de intentos de subyugación de pueblos, culturas y territorios. Hoy no solo hay armas que desgarran cuerpos, sino también bolígrafos que firman leyes de exterminio. Cuando no solo los delincuentes atacan directamente, los gobiernos se omiten de su deber de proteger a nuestros pueblos. Y por más que las peleas se superpongan, ¡no lo permitiremos!
Somos los primeros en esta tierra, antes incluso de que Brasil se convirtiera en Brasil.
Contra proyectos de ley que violan la propia Constitución, seguiremos movilizándonos en la capital federal, sonando nuestras maracas y cantando nuestras canciones, entre el 22 y el 28 de agosto.
Hacemos este llamado, incluso durante la pandemia, porque no podemos quedarnos callados frente al genocidio y ecocidio, porque la Tierra grita incluso cuando estamos silentes. Que el país escuche a sus pueblos originarios. Nuestras vidas están ligadas a la tierra, ya que vivimos en comunión con ella. Somos los guardianes de los bosques y todas las formas de vida que allí habitan. Frente a un Congreso que avanza en una agenda anti-indígena y contra el Marco Temporal, programado para ser votado por la Corte Suprema el 25 de agosto, ¡resistiremos!
Llegaremos vacunados a Brasilia, con todas las precauciones de higiene contra el Covid-19, para tocar nuestras maracas para garantizar los derechos de los pueblos indígenas.
Vengan juntos, parentes, al Campamento LUCHA POR LA VIDA.