A Su Santidad
Papa Francisco
Estimado Santo Padre,
Nosotros, líderes indígenas que representamos a la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), nuestra referente nacional más importante, tenemos el honor de saludarlo con reverencia, agradeciéndole, en primer lugar, que su misión papal haya mencionado explícitamente a las personas menos favorecidas del planeta, especialmente a las personas y organizaciones del campo. Particularmente para nosotros, los pueblos originarios, a quienes la colonización de más de 500 años todavía nos subyuga hasta hoy, buscando nuestro exilio y extinción para satisfacer los intereses de lucro y el consumo exacerbado de las minorías impulsadas por el espíritu de capital, de destrucción y de la muerte progresiva de la Madre Tierra y todos los seres vivos que recibe en su regazo sagrado.
Es sobre esta hecatombe planificada que comienza a desmoronarse sobre nuestros pueblos en Brasil que queremos hablar con Vuestra Santidad. El gobierno del presidente Jair Bolsonaro desde el 1er. día de su gobierno ha decidido elegirnos como objetivos de artillería del supuesto proyecto de desarrollo que desea imponer a cualquier costo en nuestras tierras, territorios y bienes naturales que hemos protegido durante miles de años.
Bolsonaro desmanteló las diferentes instituciones y políticas públicas que con mucha lucha, debido a nuestra especificidad étnica y cultural, conquistamos con el Estado brasileño, para materializar el pacto constitucional que en 1988 reconoció nuestra organización social, costumbres, idiomas, creencias y tradiciones, y nuestros derechos originales sobre las tierras que tradicionalmente ocupamos, y que cabe a la Unión demarcarlas y protegerlas. Tierras indispensables para la preservación de los recursos ambientales necesarios para nuestro bienestar y necesarios para nuestra reproducción física y cultural, de acuerdo con nuestros usos, costumbres y tradiciones, por lo tanto, de posesión permanente y disfrute exclusivo de las riquezas del suelo, ríos y lagos en ellos. Según la misma Carta Magna, nuestras tierras son inalienables y los derechos sobre ellas son imprescriptibles.
A pesar del texto constitucional, respaldado por tratados internacionales firmados por Brasil, el gobierno ha intensificado los ataques contra nuestros derechos fundamentales: el propio presidente Bolsonaro ha declarado en repetidas ocasiones que mientras él esté al mando del país, no demarcará ni un centímetro de tierra indígena. También desmanteló el organismo gubernamental indígena, la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), responsable de la política de demarcación y protección de las tierras indígenas y la promoción de los derechos indígenas en articulación con otros organismos de gestión de políticas públicas. La gestión de Bolsonaro, además, ha desarticulado la política ambiental nacional, dejando sin efecto la función de supervisión ambiental y control de los organismos respectivos. Por otra parte, puso ha puesto fin o restringió las instituciones y políticas de atención diferenciada para nuestros pueblos en el área de la gestión ambiental y territorial, la educación escolar indígena y el subsistema de salud indígena, junto con los mecanismos y espacios de participación y control social. También viene influyendo de forma evidente en el Congreso Nacional, en connivencia con las fuerzas económicas representadas allí, para limitar la legislación ambiental, para restringir o suprimir nuestros derechos constitucionales, especialmente nuestros derechos originales a nuestros territorios. Derechos también amenazados por el Poder Judicial que bajo la presión de los terratenientes y los agronegocios amenaza con retroceder en la interpretación de la ocupación tradicional de territorios indígenas.
La política gubernamental y los discursos de odio han sido, por lo tanto, uno de los principales elementos para estimular las acciones de violencia, conflictos y criminalización que sufren nuestros pueblos y líderes en los territorios de los más diversos tipos de invasores. Situación que ha aumentado el número de líderes indígenas amenazados, perseguidos y asesinados.
El proyecto de muerte del gobierno brasileño propone además continuar con la implementación de grandes emprendimientos que tendrán impactos impredecibles e irreversibles en nuestras tierras y territorios, incluso cuando haya presencia de personas en aislamiento voluntario y contacto reciente, por lo tanto en nuestras vidas, como agronegocios, ganadería, minería, energía hidroeléctrica, carreteras y líneas de transmisión, violando por completo nuestro derecho de consulta y consentimiento libre, previo e informado, garantizado por la ley nacional e internacional.
Por todo esto, Santo Padre, le presentamos a usted, su Santidad, nuestro grito, esperando que sea posible activar mecanismos y medios que puedan llevar al gobierno brasileño a detener o poner fin a esta brutal ofensiva que amenaza nuestra buena vida y la continuidad de nuestras vidas. pueblos, lenguas y culturas.
Vaticano, 21 de octubre de 2019.